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Un día de campamento sobre la carretera, les mostró las penurias que pasaban los niños de una comunidad de San Juan del Río Coco para poder ir a la escuela.  Caminaban siete kilómetros cada día, guiados por una mujer adulta. Iban por  montes, charcas y lodos, unos descalzos, otros con botas de hule grandes para sus piecitos y no faltaban los que usaban sandalias rústicas hechas de trozos de llanta y mecate. 

Recuerdan que eso los conmovió. Fue hace tres años y aquellas eran imágenes que no lograron sacarse fácilmente de la mente. Por eso decidieron cambiarlo con la mentalidad que lo haría un scouts: “hacer buenas obras”. Admiten que al comienzo, hace tres años, era solo una ilusión que abrazaron, pero que después la hicieron realidad. Ello aunque al año siguiente en febrero de este año el gobierno de Daniel Ortega ordenara el cierre de la Asociación Scouts de Nicaragua, junto a otras diez organizaciones sin fines de lucro.  

Como los Scouts no podían llevar a los niños y a “la profe” todos los días por aquellos siete kilómetros, pensaron en que una escuela más cerca, les ayudaría. Trabajaron para construirla y se dieron cuenta, que no solo sus vidas cambiaron, también las de decenas de niños de esta comunidad llamada El Chorro de La Virgen, ubicada entre los municipios de Telpaneca y San Juan del Río Coco, departamento de Madriz.

San Juan del Río Coco y Telpaneca, se encuentran a 243 kilómetros de la capital el primero, y a 218 kilómetros el segundo. Ambos municipios son en su mayoría zonas rurales y viven de la agricultura la mayor parte de su población. Cultivan café como la principal actividad económica. 

El comienzo de un buen gesto 

Hace tres años, los jóvenes scouts visitaron el lugar y en una mañana que parecía como cualquier otra para actividades propias del campamento, observaron sobre la carretera, en la zona rural, a unos niños que caminaban amarrados con una cinta a la altura de la cintura, detrás de la mujer. La cinta era para que los niños no se salieran a la carretera.

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Les pareció más que curioso, inquietante. Muchos de ellos iban a sus clases en recorridos escolares y a otros los pasaban dejando cada mañana uno de sus padres, pero la situación de estos niños era diferente. Supieron después por las comunitarios que la mujer y los niños “guiados con una cuerdita, ordenados en filas y transitando a la par de la vía” eran conocidos en la zona.   

“Eran 15 niños amarraditos caminando, nosotros lo miramos raro, y preguntamos a alguien de la zona qué era eso y quiénes eran. No dijeron que era la profesora que pasaba trayendo a todos los niños, los llevaba y los amarraba con su cuerdita y todos caminaban hasta siete kilómetros a una escuela y muchos de los niños en chinelas, botas de hule o descalzo”, rememora Sebastián Solórzano, uno de los  jóvenes Scouts que presenció aquello. 

Solórzano es scouts desde los seis años y señala que todos estuvieron de acuerdo que había que hacer algo para ayudar a esa comunidad, apoyar a esos niños y a la profesora.    

Marcó sus vidas y cambiaron otras 

Esa escena “cambió la vida” a aquel grupo hace tres años. Al volver a casa llevaron la idea de emprender el proyecto de construcción de una escuela  para que los niños no hicieran esa larga travesía cada día.

“Como grupo Scouts 56 Xolotlán, desarrollamos varios proyectos. Hace tres años empezamos la construcción en la escuela de San Juan del Río Coco. Ahora los niños no tienen que caminar largas distancias para ir a aprender, la escuela está más cerca”, recordó Solórzano. 

El terreno para la construcción de la escuela fue donado por el cafetalero, Leslie Rodríguez Ibarra, quien también era miembro del grupo de scouts. El área donada es de aproximadamente una manzana de tierra y la construcción fue avanzando poco a poco con el apoyo de los scouts y líderes comunitarios.

Actualmente el colegio está funcionando. Decenas de niños, incluidos “los 15 de las cinta” asisten a clases y las distancias largas para llegar a recibir “el pan del saber” han quedado atrás. Los habitantes del lugar y sectores cercanos se sienten contentos y han acogido el proyecto con mucho entusiasmo, contaron los jóvenes.

Desarrollan otros proyectos 

Además, del proyecto del colegio, los jóvenes llevaban a cabo otras obras sociales, entre ellas la donación de prótesis auditivas y la realización de actividades para apoyar a un hogar de ancianos.

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“Teniamos 17 beneficiarios con todo lo que incluye desde la valoración médica, la audiometría hasta llegar ellos a obtener lo que son el par de prótesis auditivas. Estas piezas son caras, llegan a costar hasta 800 dólares y las personas de escasos recursos no pueden comprarlas. Entonces nosotros nos encargamos de ayudar en lo que podamos”, relató Solórzano. 

Los scouts son un grupo de personas compuesto por niños, jóvenes y adultos con un espíritu de servicio, de ayudar a los demás bajo el lema “Siempre Listos”. En Nicaragua tuvo sus orígenes en Bluefields en 1917. Jorge Solórzano, vestido de camisa color azul, bufanda o pañuelo, el atuendo de la organización, señala que en ella, los jóvenes aprendieron valores humanos que forman el carácter y los convierte en adultos de bien. 

Los Scouts tenían 106 años de historia en Nicaragua y nivel mundial 116 años. En el país, los scouts habían crecido y evolucionado de muchas maneras. Se trataba de una educación no formal que promovía principios, valores, solidaridad, cuidado de la naturaleza y el compromiso por la paz en el mundo.

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